Lic. Ruben H. GUMILLA
La
Logoterapia de V. Frankl
parte de la tesis de que
toda configuración de la vida plena de sentido
depende,
incondicionalmente,
del
descubrimiento y puesta en obra de valores.
Alfried Längle.
¿Qué
entendemos por “educación”?
Etimológicamente
nos encontramos con dos raíces:
ó
Educere:
Tarea de conducir, faz directiva y
ordenadora.
ó
Educare:
Esta última dice de la tarea de sacar desde dentro, hacer brotar.
Teniendo
en cuenta ambas expresiones y conciliándolas podríamos decir que en la tarea de
educar tiene que tenerse en cuenta la personal expresión interior y al mismo
tiempo guiar ese potencial hacia… un fin. No es una u otra, sino la una con la
otra.
Esto quiere decir que en el hombre no está todo por
hacerse, sino que hay algo que trae personal e individualmente, único e
irrepetible, que no hay que desconocerlo, ni olvidarlo; hay que hacerlo nacer,
potenciarlo y, orientarlo; esta es la
otra dimensión constitutiva de la educación.
Cuál de las dos dimensiones sea primero en la
práctica, tendrá que juzgarlo el docente según las características de los
alumnos que tiene en frente, así entonces tendrá que descubrir qué conviene
aquí y ahora. Considerar sólo una de las partes constitutivas sería reducir la
educación, como se hace muchas veces, a una manipulación o a un caos sin
ninguna dirección.
La
Logo-educación no es una “donación” de sentido, no es el educador el que da el
sentido a cada planteo; sino que es un despertar,
un apoyo, una guía para la
búsqueda y hallazgo personal e individual del sentido.
Con
la presentación de posibilidades y ejemplos concretos de respuestas
existenciales a cada cuestión que plantea la vida en cada etapa y en cada
situación, el logo-educador “abre” y “amplía” la reflexión intelectual,
emocional y práctica para que cada quien pueda responder de una manera
completamente libre y personal. Este hallazgo de sentido está ligado a una
libre elección y autodeterminación a partir de la libertad y la razón, por
medio de la conciencia y el lenguaje. La Logoteoría de Frankl, creemos, es
auténtica y eminentemente educativa-pedagogía.
Encontramos
en el rol del Logo-educador y del Logo-terapeuta un punto en común muy
significativo: el servicio a otro, para su propio crecimiento y
desarrollo en la tarea de la auto-construcción.
Otro
punto fundamental es el trabajo con valores que tanto uno como otro
ponen en juego en su tarea orientadora. Los Valores, tienen que ser verdades
significativas. Entendemos la verdad como des-ocultamiento, desvelamiento.
Indica una previa concepción del ser como lo escondido u oculto que, cuando es
conocido y sentido verdaderamente se desoculta y se muestra.
Un
valor es significativo cuando aviva y despierta en las personas su voluntad de
sentido. La verdad del valor tiene que
iluminar la inteligencia, pero el corazón también. La verdad es para el hombre
integral.
La Logo-Educación…
Es
un proceso personal, integral y significativo que implica ciertas condiciones:
1.
Educación
del cuerpo. El movimiento corporal, el training físico y
la fuerza vital (alimentación, descanso, ejercicio, salud, etc.) son supuestos
necesarios para la vivencia de valores. Experimentar, sentir el propio cuerpo
como el sostén que me permite ser y estar en este mundo, darme cuenta de sus
límites, de su resistencia; lo que ofrece resistencia, sostiene. Es preciso
vivenciar el cuerpo en su triple función: instrumental, expresivo y
existencial. Es mi primera vivienda, el primer espacio donde habito, es el
vehículo que transporta la vida.
2.
Educación del pensamiento,
para la reflexión de acontecimientos, hechos y realidades. Educa el pensamiento
crítico es aprender a discernir, a seleccionar y ser escrupulosos en un mundo
desbordado de información, imágenes, estímulos, mensajes contradictorios.
Aprender a discernir lo que es importante y tiene sentido de lo que no lo es,
percibir los 10.000 mandamientos que se le ofrecen en las 10.000 situaciones
que tiene y tendrá que vivir cada uno, saber de lo que uno puede hacerse cargo
y de lo que no… Esto permitirá “resistir”,
con una conciencia alerta, al conformismo y al totalitarismo.
3.
Educación de las emociones y
sentimientos. Experimentar-se, permitir-se sentir y tomar
conciencia de ello. La Logoterapia de V. Frankl parte de la tesis de que toda
configuración de la vida plena de sentido depende, incondicionalmente, del
descubrimiento y puesta en obras de valores. Los valores no son algo pensado:
valor es lo que sólo puede ser sentido “con el corazón”. Los valores son
contenidos espirituales, que mueven al hombre afectivamente, suscitan
emociones. El sentimiento del valor es una conmoción interior, un ser
sobrecogido, en el que claramente se percibe que se trata de mí. Todo lo que es
capaz de provocar semejante movimiento es un “valor personal”: esto puede ser
otra persona/s, una cosa o una vivencia.
4.
Educación para la libertad,
aprender a elegir, a tomar decisiones fundamentadas en conocimientos,
sentimientos y reflexiones. Al mismo tiempo es necesario saber que toda
elección implica la renuncia a todas las otras posibilidades no elegidas. Aquí
se encuentra el ámbito de las actitudes como hábitos de pensamiento pero que se
manifiestan en comportamientos; estas no son heredadas, sino aprendidas,
entonces la persona puede elegir la que desee adoptar en su estilo de vida,
usando de su libertad. El hombre es libre “de” todos los condicionamientos y
circunstancias y es libre “para” el dominio interno, para el sufrimiento
que no puede modificar. La educación de nuestro tiempo tiene que ser para la libertad responsable (aprender
a dar respuestas) y ser responsable significa tener una conciencia clara y
despierta, formada en valores y actuar de acuerdo a esa conciencia.
5.
Educación para el diálogo con
uno mismo y con los demás y con el mundo: confrontación con uno
mismo y con los demás en las circunstancias cotidianas que nos toca vivir. En
el diálogo el individuo se descubre a sí mismo y descubre el tú. En el diálogo
se conocen las semejanzas y los límites. El diálogo es una herramienta
fundamental en las sociedades pluralistas y democráticas. La actitud de diálogo
previene las posiciones absolutas y totalitarias que siempre son injustas.
6.
Educación para obrar,
para actuar y movernos hacia lo que hemos determinado como valor, como fin; en
ello está la felicidad. El obrar se
orienta y se guía por valores y actitudes. La acción o el obrar es la
respuesta, la conducta que expresa lo que ha sido discernido, sentido y
valorado y también decidido libremente.
Es imposible no responder, no expresarse, aún el no hacer nada es un
modo de expresión. El logo-educador enseña a dar respuestas libres, auténticas,
propias, responsables consigo mismo y con el mundo. El obrar es la
auto-trascendencia al mundo.
7.
Educación para la
trascendencia, como la capacidad de ir más allá de uno
mismo, sobrepasar-me. Normalmente la trascendencia remite a la condición de lo
que se halla más allá de la experiencia. Tiene también el sentido de la acción
con que el sujeto se orienta hacia lo exterior o más allá de él mismo. Es
levantar la vista y mirar más allá. Es fundamentalmente la realidad del amor y
de los valores. Una educación para la trascendencia implica necesariamente el
encuentro vivencial del educando con los valores. La educación en valores en la
transmisión, clarificación y vivencia de los mismos, ayuda a nacer lo mejor de
las posibilidades humanas y a despertar en la conciencia del educando el
llamado a la trascendencia.
No podemos enseñar valores, debemos
vivir valores, podemos dar un ejemplo de lo que vivimos, de que nuestra vida
está llena de sentido. No queramos dar una respuesta intelectual a todo lo que
puedan plantear los educandos, la respuesta con palabras no alcanza y muchas
veces no dice nada: tiene que ser existencial, nuestra existencia es la
respuesta, una sugerencia o una invitación.
La propia naturaleza humana pide un
sentido, ese es nuestro deber y frente a la necesidad de sentido hay que
responder, es fundamental la responsabilidad.
Dijo una vez Einstein: “Quien siente
su vida vacía de sentido, no solamente es desgraciado sino apenas capaz de
sobrevivir” (en su libro: Mi visión del mundo). Es un hecho: el hombre
sólo puede sobrevivir cuando da una orientación a su vida y esto es una
cuestión de valores; es necesario, entonces, tener la capacidad de
trascender-se, ir más allá de sí mismo. El educador pro-mueve la
responsabilidad por la búsqueda de sentido en el educando, a través del
testimonio de su sentido.
El
logo-educador no emite juicio de valor
sobre algún hecho, sino que comprueba el valor que la persona da a las
realidades (la vida, el trabajo, el amor, la familia, el sufrimiento, etc) Su
actuación no es moralista sino fenomenológica, traduciendo los
conocimientos y la experiencia del
hombre común a lenguaje científico para después volverlo a traducir al lenguaje
del hombre de la calle. El educador inspirado en esta corriente existencial
sabe que él no da el sentido, sino que tiene que enseñar a buscar y
encontrar un sentido.
El
objetivo del logo-educador será:
ü Reflexionar
los elementos antropológicos.
El
hombre es un ser cuyo principal motivación consiste en cumplir un sentido que se lleva a cabo mediante el
contacto y la realización de valores, y no en la mera gratificación y
satisfacción de sus impulsos e instintos.
ü
Enseñar
a discernir los elementos socio-culturales.
Mostrando lo que la sociedad propone a las
personas, que apunten a tomar conciencia de la necesidad de buscar un
sentido y dar una respuesta: conciencia y responsabilidad.
ü Invitar a ocuparse de realidades
espirituales como la voluntad de sentido.
ü Despertar del estado de latencia la
voluntad de significación.
El
testimonio claro y distinto es más efectivo que las palabras, tienen más
influencia los hechos que los dichos; aunque una palabra a tiempo puede
resultar efectiva cuando la receptividad mental se intensifica con motivos de
circunstancias externas.
Prof. Lic. Rubén H. Gumilla