martes, 8 de mayo de 2018

NEUROCIENCIAS Y SU IMPORTANCIA EN CONTEXTOS DE APRENDIZAJE.

Neurociencias y su importancia
en contextos de aprendizaje.


Revista UNAM.MX
Revista Digital Universitaria. Vol 10, n°4. Abril de 2009.

Introducción
Neurociencias: una perspectiva desde el aprendizaje y la educación
Los estudios neurobiológicos de la conducta, que se llevan a cabo en nuestros días, cubren la distancia entre las neuronas y la mente. Existe una llana preocupación por cómo se relacionan las moléculas responsables de la actividad de las células nerviosas con la complejidad de los procesos mentales. Carnine (1995), hace algo más de diez años atrás, ya se aventuraba a pensar que la investigación sobre el cerebro tendría repercusiones directas en la educación y, basándose en el trabajo del Premio Nobel de Medicina de 1972, Gerald Edelman, sobre la capacidad del cerebro humano para categorizar, postuló que esta capacidad podía ser la clave para comprender las diferencias individuales.
La tarea central de las llamadas neurociencias es la de intentar explicar cómo es que actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están influidas por el medioambiente, incluyendo la conducta de otros individuos (Jessel, et al. 1997). Precisamente, las neurociencias están contribuyendo a una mayor comprensión, y en ocasiones a dar respuestas a cuestiones de gran interés para los educadores; por ejemplo, hay evidencias según lo muestran las investigaciones de que tanto un cerebro en desarrollo como uno ya maduro se alteran estructuralmente cuando ocurren los aprendizajes (Bransford, et al., 2003).
Queremos destacar además la importancia del rol que juega la experiencia en la construcción de la estructura de la mente. El desarrollo no es solamente un despliegue, por decirlo de algún modo, de patrones preprogramados; hay convergencia en un conjunto de investigaciones sobre algunas de las reglas que gobiernan o dirigen el aprendizaje, una de las más simples, por ejemplo es que la práctica incrementa el aprendizaje: en el cerebro, hay una relación similar entre la cantidad de experiencia en un ambiente complejo y el monto de cambio estructural (Posner y Rothbart, 2005).
Las investigaciones han demostrado que durante el desarrollo de nuevas vías neurales (Doetsch, 2005 y Schinder, 2002), nuestras sinapsis cambian todo el tiempo y es así como recordamos una y otra experiencia o vivencia. Hay quiénes hablan ya de neuroeducación, entendida como el desarrollo de la neuromente durante la escolarización (Battro, 2002a), no cómo un mero híbrido de las neurociencias y las ciencias de la educación, sino como una nueva composición original. Battro (2002b) señala que por razones históricas los caminos de la neurobiología y la educación tuvieron pocas ocasiones de encontrarse; por primera vez lo hicieron al buscar las causas de la debilidad mental y también en la indagación del talento excepcional. Lo interesante del asunto es que se afirma que la neuroeducación no ha de reducirse a la práctica de la educación especial solamente, sino que ha de constituirse en una teoría incipiente del aprendizaje y del conocimiento en general; y sobre todo, es una oportunidad de ahondar en la intimidad de cada persona y no una plataforma para uniformizar las mentes.
Hemos encontrado suficientes antecedentes de que tanto los neurotransmisores dopamina y acetilcolina incrementan los aprendizajes en los estudiantes. Cuando podemos ordenar una nueva información en una conexión ya existente, es decir, aprender algo nuevo, estos dos agentes no sólo refuerzan nuestra concentración, sino que proporcionan además satisfacción y, tal cual lo afirmaba Comenius, allá por el siglo XVII: todo aquello que nos produce complacencia, agrado o contento en nuestras instancias de aprendizaje, queda reforzado en nuestra memoria. Podemos remarcar entonces la importancia no solo de los conocimientos previos sino también de lo valioso que es estudiar algo que agrade.
La Neuropsicología, como disciplina que estudia las relaciones entre cerebro y conducta, se interesa más precisamente por las bases neuroanatómicas de los comportamientos superiores llamados funciones corticales superiores y las patologías que de ellas se derivan. Estas funciones son las que cualitativamente tienen un desarrollo mayor en los seres humanos: el lenguaje, la memoria, la orientación espaciotemporal, el esquema corporal, la psicomotricidad, las gnoxias, las praxias y las asimetrías cerebrales. Lo cierto es que el cerebro tiene un funcionamiento global, y que si bien es viable que para determinadas funciones existen áreas cerebrales anatómicamente delimitadas, las funciones corticales superiores dependen en mayor medida del procesamiento cerebral en su conjunto, en su totalidad; consecuentemente, cuanto mayor es la complejidad de una función cerebral, más áreas cerebrales estarían involucradas.
Desde una perspectiva actual de integración y diálogo, entre la educación y la investigación en neurociencia cognitiva, Ansari y Coch (2006) afirman que el campo emergente de lo que es educación, cerebro y mente debería caracterizarse por metodologías múltiples y niveles de análisis en contextos múltiples, ya sea en la enseñanza como en la investigación. Sostienen que solamente a través de una conciencia y comprensión de las diferencias y las similitudes en ambas áreas tradicionales de investigación, tanto en la educación como en la neurociencia cognitiva, será posible lograr una fundamentación común necesaria para una ciencia integrada de la educación, el cerebro, la mente y el aprendizaje.
Neuroimágenes
Munakata, et al., (2004) muestran cómo el trabajo, en el área de las neurociencias, incluye todo tipo de métodos de disciplinas relacionadas, como pueden ser estudios de comportamiento, de Neuroimágenes, de genética molecular, modelos computacionales, registro de células únicas, ensayos químicos, entre otros, que intentan destacar este énfasis que se está poniendo en métodos complementarios para evaluar múltiples aspectos o niveles de procesos del desarrollo, que van desde aquellos específicamente moleculares a niveles sistémicos en el desarrollo típico y atípico de los humanos y otras especies.
Con estos métodos, se busca investigar e intentar respuestas acerca de cómo la genética y los factores ambientales interactúan en el curso de conformación del cerebro, la mente y el comportamiento. Estos autores muestran que a través de modelos computacionales, por ejemplo, se ha puesto en evidencia que variaciones pequeñas en el procesamiento inicial de un ser humano que podrían primitivamente estar gobernadas genéticamente, consiguen posteriormente a través de la experiencia llevar a amplias diferencias en los resultados cognitivos (Oliver et al., 2000 y O´Reilly y Jonson, 2002 en Munakata, et al., 2004).
Las actuales y sofisticadas técnicas de neuroimágenes se constituyen en verdaderos aportes para el área de la educación (Goswami, 2004a y b, Munakata, et al., 2004, Posner, 2004, Posner y Rothbart, 2005, Sereno y Rayner, 2000, Thirunavuukarasuu y Nowinski, 2003 y Voets y Matthews, 2005). Con la resonancia magnética funcional (FRMI), se puede marcar los cambios en la activación cortical que le siguen a una tarea de aprendizaje en un individuo, e incluso, por ejemplo, establecer comparaciones entre jóvenes y adultos.
Otros resultados de estudios que además de recurrir a la resonancia magnética funcional utilizan Tomografía de Emisión de Positrones (PET) y potenciales evocados de latencia tardía onda P300 en adultos, han revelado la implicación de áreas perisilvianas hemisféricas izquierdas en los procesos de lectura, incluyendo corteza visual extraestriada, regiones parietales inferiores, girus temporal superior y corteza frontal inferior. Habría ciertas variaciones en función de las tareas particulares relacionadas con la lectura, por ejemplo, el procesamiento de formas visuales de palabras involucraría regiones corticales posterior, sobre todo en el cortex occisito temporal y occipital; el procesamiento ortográfico ante todo implicaría regiones frontal y parietal inferiores, y temporal inferior. Los componentes léxicos-fonológicos, los subléxico fonológicos y los semánticos movilizan grandes regiones de corteza frontal inferior y temporal (Goswami, 2004a y b, Jane et al., 2001 y Posner y Rothbart, 2005).
Como vemos, las diferentes técnicas que se combinan en las neurociencias son fundamentales para una comprensión más acabada acerca de qué es lo que ocurre en el cerebro en las diferentes tareas de aprendizaje. Por ejemplo, algunos autores (Munakata, et al., 2004) sostienen que combinar la resonancia magnética funcional con el electroencefalograma permite tener ventajas. Mientras que la primera de las dos técnicas ofrece precisiones sobre la resolución espacial identificando dónde están ocurriendo exactamente los cambios en la actividad del cerebro en un momento dado; la segunda de estas técnicas marca la resolución temporal capturando los cambios neurales vinculados a los cambios cognitivos que ocurren rápidamente en el cerebro. Los autores postulan además el llamado proceso de imágenes por tensor de difusión (DTI) como una herramienta relativamente nueva de imágenes, que provee un recurso o medio no-invasivo para evaluar la conectividad del cerebro.
Cerebro, motor del conocimiento.
En párrafos anteriores destacamos la importancia de la experiencia y el aprendizaje como factores clave para modelar de alguna manera al cerebro. Sabemos que las condiciones cognitivas previas están genéticamente dadas sólo como una potencialidad, y que se desarrollan en una interacción con el entorno, es decir, por el aprendizaje y la educación (Koizumi, 2004), configurándose de esta manera lo que llamamos experiencia.
Los procesos de aprendizaje y la experiencia propiamente dicha van modelando el cerebro que se mantiene a través de incontables sinapsis; estos procesos son los encargados de que vayan desapareciendo las conexiones poco utilizadas y que tomen fuerza las que son más activas. Si bien las asociaciones entre neuronas se deciden, sobre todo, en los primeros quince años de vida, y hasta esa edad se va configurando el diagrama de las células nerviosas, las redes neuronales dispondrán todavía de cierta plasticidad. Las sinapsis habilitadas se refuerzan o se debilitan a través del desarrollo por medio de nuevos estímulos, vivencias, pensamientos y acciones; esto es lo que da lugar a un aprendizaje permanente.
La enseñanza y la formación en la niñez ofrecen estímulos intelectuales necesarios para el cerebro y su desarrollo, ya que permiten el despliegue de las capacidades cognitivas y hacen más viables los aprendizajes. Precisamente, entre los tres y los diez años el cerebro infantil es un buscador incesante de estímulos que lo alimentan y que el mundo ofrece. Y, a su vez, es un seleccionador continuo que extrae cada diminuta parte que merece ser archivada. Esta decisión se basa en los procesos de atención que hacen que, de entre la amplia gama de estímulos, los órganos de los sentidos seleccionen los que conviene elaborar conscientemente. A los niños les encantan las sorpresas y a sus cerebros también… un entorno cambiante y variado que cada día despierte la curiosidad hacia lo nuevo, lleva casi de modo automático a aprender (Friedrich y Preiss, 2003).
Algunas investigaciones (Yakovlev y Lecours, 1967, en Blakemore y Frith (2005)) señalan que la corteza frontal sigue desarrollándose más allá de la niñez y que hay dos grandes cambios para destacar que se producen justamente después de la pubertad: uno es que a pesar de que el volumen total del tejido cerebral permanece estable, se da un incremento en la mielina de la corteza frontal después de la pubertad. La mielina se reconoce como un aislador e incrementa la velocidad de transmisión de los impulsos eléctricos entre neuronas. Mientras la sensibilidad, y las regiones motoras del cerebro se tornan totalmente mielinizadas en los primeros años de vida, la corteza frontal continúa con este proceso también en la adolescencia. Esto destaca que la velocidad de la transmisión entre neuronas de la corteza frontal puede llegar a ser mayor después de la pubertad.
Otros estudios postulan que se produce un recorte de sinapsis en la corteza frontal en ese período, lo cierto es que hay evidencias fuertes de que el desempeño de tareas de función ejecutiva mejora linealmente con la edad (Anderson, Anderson, Northam, Jacobs y Catroppa, 2001 en Blakemore y Frith, 2005). Es posible que el exceso de sinapsis en la pubertad, que aún no han sido incorporadas dentro de sistemas funcionales, especializados, den como resultado un desempeño cognitivo pobre durante algún tiempo; solo después de la pubertad se recortan los excedentes de sinapsis configurándose en redes eficientes y especializadas. Por lo tanto podemos afirmar que el cerebro sigue desarrollándose tanto en la educación secundaria como terciaria, por ende es adaptable y necesita ser moldeado y formado. Cualquier conjunto de estímulos que resultan de interés para el cerebro refuerza o causa nuevas conexiones y esta posibilidad se conserva a lo largo de la existencia (Goswami, 2004a y Rimmele, 2005].
Metacognición y aprendizaje
Blakemore y Frith (2005) afirman que tal vez el objetivo de la educación para los adolescentes debería cambiar e incluir un refuerzo de control interno, esto es, por ejemplo, un aprendizaje autorregulado, cierta evaluación crítica del conocimiento transmitido y habilidades de metaestudio.
Pensamos que es justamente esta serie de comportamientos los que han de enseñárseles a los alumnos que ingresan a la Universidad. Lo cierto es que sería óptimo comenzar a trabajar con estos recursos en instancias anteriores del sistema educativo, pero también es cierto que los niveles de educación terciaria y universitaria, requieren de un manejo específico de determinadas habilidades específicas relacionadas con las disciplinas y campus de conocimiento elegidos. En la Universidad, se necesitan ciertos conocimientos y destrezas que son propias de esta instancia del sistema educativo y de la disciplina elegida (Carlino, 2005, Rinaudo, 2005 y Vélez, 2004). Precisamente en relación con esto, algunos autores ya formulan una serie de interrogantes que habrán de responderse en sucesivas investigaciones futuras, tales como ¿Cómo puede la investigación de la neurociencia cognitiva del desarrollo participar del progreso y la mejora de estrategias de enseñanza y programas de recursos para el lenguaje, las matemáticas y otras destrezas o habilidades? Y aún van más allá, ¿Qué aspectos del cerebro y el desarrollo cognitivo son comunes a través de las especies y qué aspectos contribuyen a los desarrollos únicos de la especie humana? (Munakata, et al., 2004).
Intentando rescatar las peculiaridades de la actividad humana en general, puestas en evidencia por la evolución de nuestra mente en las maneras y recursos con las que un sujeto se maneja al momento de aprender, es que queremos destacar aquí dos comportamientos típicamente humanos por excelencia: la capacidad de monitoreo y la de autorreflexión o auto revisión permanente. Ambas acciones posibilitan reflejar la complejidad de un sujeto que recibe la impronta de un contexto socio-histórico y, a su vez, cuenta con pensamientos propios de realidades objetivas. Schutz y DeCuir (2002) hacen referencia a esta idea cuando señalan que las percepciones desarrolladas a través de estos procesos reflexivos, conducen a entender o conocer acerca de la naturaleza de las experiencias subjetivas, de los objetos del mundo físico y de las realidades objetivas del pensamiento. Este conocimiento por parte del sujeto representaría la base a través de la cual se hacen las valoraciones y apreciaciones del mundo, tornándose éste el lugar desde donde emergen las emociones durante las transacciones de la persona con el mundo.
Por lo tanto, en un sentido más estricto, podríamos estar vinculando estas nociones con el término de metacognición. El concepto alude a dos dimensiones: una, vinculada al conocimiento sobre el propio aprendizaje, en relación con un sujeto que aprende, una tarea a cumplir y ciertas estrategias a utilizar para obtener el mejor rendimiento. Otra, se refiere a la regulación y supervisión sobre la propia cognición, esto es, la planificación de recursos, el control de la ejecución y la evaluación de los resultados (Mateos, 2002).
Estas cuestiones se relacionan con las capacidades de monitoreo y control, actividades plenamente concientes, por lo tanto, podemos pensar que tal concepto tiene su base en el funcionamiento de las áreas frontales y prefrontales de nuestro cerebro, puesto que estas estructuras implican comportamientos específicamente humanos y funciones determinadas relacionadas con el control de algunos tipos de comportamiento, como puede ser la elección de opciones de conducta para cada situación social o física (Jessel et al., 1997 y Souchaya e Isingrini, 2004). Las áreas prefrontales y frontales evidencian ser importantes para mantener las funciones mentales ejecutivas dirigidas hacia objetivos y, la elaboración del pensamiento también suele ser atribuida a ellas. Están implicadas en muchas funciones del cerebro que suelen asociarse con la inteligencia superior, como las capacidades de pronosticar, hacer planes para el futuro, considerar las consecuencias de las acciones motoras inclusive antes de que sean realizadas. “Dichos comportamientos, o funciones ejecutivas, favorecen la planificación estratégica, el control de impulsos, la búsqueda organizada, así como también la flexibilidad del pensamiento y la acción” (Welsh, Pennington y Groisser, 1991 en Willis. y Aspel, 1994).
Al respecto, algunos autores (Dietrich, 2004) sostienen que las investigaciones actuales en general conceptualizan a las funciones cognitivas como ordenadas jerárquicamente y, que la corteza cerebral, y en particular el lóbulo prefrontal, es el ápice de esta jerarquía, representando la base neural de las funciones cognitivas superiores y que históricamente al estudio de la conciencia se fueron aproximando desde estas concepciones también. La evidencia desde los estudios de neuroimágenes y desde la neuropsicología sostiene que el córtex frontal puede ser importante para monitorear la metamemoria (Souchaya e Isingrini, 2004), pues podría decirse que habría un enlace directo entre funcionamiento frontal y metamemoria, y fundamentos certeros, de que todas las funciones de la metamemoria, estarían mediatizadas por el sistema neural que también sostienen las funciones ejecutivas. Estas estructuras son las que delimitan aspectos específicamente humanos y nosotros consideramos a la metacognición y a la metamemoria como tales.
Por lo tanto, y coincidiendo con el objetivo de la educación que planteaban Blakemore y Frith (2005) en un contexto donde se produce una experiencia de aprendizaje, las tareas deben enfatizar ambos aspectos: metacognición y metamemoria, sobre todo en ambientes universitarios donde el repensar y la reconstrucción de saberes consolidados debe ser primordial. Esto es: los alumnos deben auto-observarse continuamente para aprender significativamente los contenidos y hacerlo a través de procedimientos efectivos. El poder cuestionar, volver a pensar, pensarlo de otra manera, realizar aportes, reconstruir conceptos, son acciones que conllevan a un aprendizaje viable.
Emociones
Con gran relevancia, tenemos que destacar que el papel de las emociones en la educación es crucial (Barab y Plucker, 2002, Meyer y Turner, 2002 y Schutz y Lanehart 2002). La literatura actual muestra que tanto las emociones, como los sentimientos, pueden fomentar el aprendizaje en la medida en que intensifican la actividad de las redes neuronales y refuerzan, por ende, las conexiones sinápticas. Por lo tanto, la llamada neurobiología nos muestra evidencias de que se aprende mejor cuando un determinado contenido o materia presentan ciertos componentes emocionales. Consecuentemente es también muy importante un entorno educacional agradable. Pensamos entonces que, en gran medida, emoción y motivación dirigen el sistema de atención el cual decide qué informaciones se archivan en los circuitos neuronales y, por tanto, se aprenden (Posner, 2004 y Posner y Rothbart, 2005).
Por ello, si hablamos de formar alumnos con capacidad de toma de decisiones y de autonomía, no debemos olvidar que en esa toma de decisiones racional, por decirlo de alguna manera, las emociones son indispensables, y ayudan a entender ciertas conductas que desde otra perspectiva llega a ser imposible. Damasio (1998) hace una consideración acerca del tratamiento que se le ha venido dando al concepto emociones en diversas investigaciones, y afirma que:
1.-Son expresiones directas de orden superior de biorregulación en organismos complejos, estos términos aluden a la relación entre el organismo y los aspectos más complejos de un ambiente: sociedad y cultura.
2.- Son críticas para la supervivencia en los organismos complejos que están equipados de la manera precisa para procesarlas.
3.- Juegan un rol en la memoria y en la comprensión de la memoria constituyéndose en una de las metas principales de la neurociencia y de la ciencia cognitiva.
4.-Juegan un rol en el razonamiento y en la toma de decisiones, desde las más simples a las más complejas que pueden llevar a cabo los seres humanos.
El autor señala que tomar sentido de los mecanismos que se hallan detrás de los desempeños mas distinguidamente humanos –como pueden ser la alta razón, la ética, las leyes, la creatividad tecnológica, científica y artística – no puede llevarse a cabo sin la comprensión de las emociones.
Esta es una idea acertada que supone que dentro de los contenidos educativos debería estar incluido el vérsela con las emociones al momento de tomar decisiones en general y en particular para aprender. Es una relación que generalmente no aparece clara, por lo que queremos retomar la manera en que Damasio define a las emociones y a su vez, las diferencia de los sentimientos.
Emoción: debería usarse para designar la colección de respuestas activadas desde partes del cerebro al cuerpo, y desde partes del cerebro a otras partes del cerebro, usando tanto la ruta neural como la humoral. El resultado final de la colección de tales respuestas es un estado emocional, definido por los cambios en el propio cuerpo (vísceras, entorno interno) y en ciertos sectores del cerebro (corteza somatosensorial, núcleos neurotransmisores del tronco cerebral)…Sentimiento: debería utilizarse para describir el estado mental complejo que resulta desde el estado emocional. Este estado mental incluye: a) la representación de los cambios que han ocurrido en el propio cuerpo e indican señales para las estructuras que representan al cuerpo en el sistema nervioso central (o han sido implementados completamente, en las estructuras somatosensoriales vía as-if-body-loops) y también incluye b) un número de alteraciones en el procesamiento cognitivo que son causadas por las señales secundarias de respuestas cerebro a cerebro, por ejemplo, desde el núcleo de neurotransmisores hacia sitios variados en el telencéfalo. (Damasio, 1998, p. 84)
Finalmente, el autor polemiza sobre las estructuras que se relacionan con el desarrollo de las emociones y los sentimientos y muestra su disconformidad con que solamente se las vincule con aquellas del sistema límbico ya que numerosas estructuras fuera del sistema límbico están también implicadas en el procesamiento de la emoción y el sentimiento como son la corteza prefrontal, especialmente en los sectores ventral y medio y, más ampliamente, en el sector orbital; también incluye la corteza somatosensorial (región rolándica y corteza insular), el núcleo monoamineo de tronco cerebral, el periacueducto gris y otros núcleos, tanto del tronco cerebral como de la médula espinal implicados en la señalización tanto aferente como eferente de vísceras y entorno interior.
Goleman (1996), otro de los autores muy interesados en entender las emociones, afirma que el ser humano tendría actos de la mente racional y actos de la mente emocional; una que piensa y otra que siente. El caracteriza a la mente emocional como mucho más rápida que la racional, que se pone en acción sin detenerse ni un instante a pensar en lo que está haciendo. Pero a su vez señala que existe también una segunda clase de reacción emocional, más lenta que la respuesta rápida, que irrumpe primero en los pensamientos antes de conducir al sentimiento y que es más deliberada, siendo la persona típicamente consciente de los pensamientos que conducen a ella. En este tipo de reacción emocional existe una evaluación más extendida; los pensamientos – cognición – juegan el papel clave en la determinación de qué emociones serán provocadas.
Como podemos deducir, mente emocional y mente racional están absolutamente imbricadas; cada una refleja operaciones de un circuito distinto aunque interconectado del cerebro.
Las emociones en la educación
En relación con la educación específicamente, Goleman propuso el término de inteligencia emocional (IE), casi en contraposición con el de cociente intelectual (CI), y afirmó que si bien es cierto que tenemos de alguna manera dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia, nuestro desempeño en la vida está determinado por ambas. Precisamente entiende a la inteligencia emocional como un conjunto de habilidades que permiten ser capaz de motivarse y persistir frente a las decepciones; controlar el impulso y demorar la gratificación, regular el humor y evitar que los trastornos disminuyan la capacidad de pensar; mostrar empatía y abrigar esperanzas. Y señala justamente que la llamada inteligencia académica no ofrece prácticamente ninguna preparación para los problemas o las oportunidades que acarrea la vida:
…lo que importa no es sólo el CI sino la IE. Pues el intelecto no puede operar de manera óptima sin la inteligencia emocional. Por lo general, la complementariedad del sistema limbico y la neocorteza, de la amígdala y los lóbulos prefrontales, significa que cada uno de ellos es un socio pleno de la vida mental. Cuando estos socios actúan positivamente, la inteligencia emocional aumenta, lo mismo que la capacidad intelectual…Uno de los secretos a voces de la psicología es la relativa incapacidad de las notas, del CI o las pruebas de actitud académica, para predecir de manera infalible quien tendrá éxito en la vida….Existen muchas excepciones a la regla de que el CI predice el éxito, más excepciones que casos que se adaptan a la misma. (Goleman, 1996, p. 54)
Otro precursor, como es Salovey, entiende a la inteligencia emocional como una inteligencia social que incluye la habilidad de supervisar y entender las emociones propias y las de los demás, discriminar entre ellas, y usar la información para guiar el pensamiento y las acciones propias (Mayer et al., 2001 y Mayer y Salovey 1997; 1995). Su grupo de investigación desarrolló escalas que tienen por objetivo conseguir una apreciación personal sobre los aspectos reflexivos de la experiencia emocional Estos autores han sido los primeros en elaborar medidas de IE basada en un acercamiento práctico y dirigido a medir niveles actuales de IE de las personas a través de cuestionarios, tales como la Multifactor Emotional Intelligence Scale (MEIS) y su última versión depurada (MSCEIT) (Mayer et al., 2001) que tienen como principal ventaja que los resultados obtenidos se basan en la capacidad actual de ejecución de la persona al realizar una tarea, y no sólo en sus creencias sobre tal capacidad.
Al respecto, Day y Leitch (2001) afirman que los sentimientos y las emociones tienen un rol vital en el desarrollo del aprendizaje, puesto que es a través de nuestro mundo emocional subjetivo que desarrollamos un constructo y significado personal de la realidad externa y otorgamos sentido a nuestras relaciones y a un eventual lugar en el mundo. Lo anterior se relacionan claramente con nuestras motivaciones y con la capacidad para prestar atención. LeDoux (1998) en Day y Leitch (2001) sostiene que el cerebro emocional puede actuar como un intermediario entre el cerebro que piensa y el mundo exterior; habría un interjuego entre pensamiento y sentimiento, entre sentimiento y memoria. Cuando los sentimientos son ignorados, pueden actuar inadvertidamente y en consecuencia desconocer influencias positivas o negativas. Cuando hay un desborde de nuestro cerebro emocional, nuestro cerebro de trabajo puede tener poca capacidad de atención para tener en mente los hechos necesarios para terminar una tarea, la adquisición de un concepto o la toma de una decisión inteligente. Finalmente, se señala que poderosas emociones –ansiedad, amor, ira y placer – parecen capaces de crear una estática neural en la corteza prefrontal, por lo tanto pueden sabotear la capacidad de atender en la memoria de trabajo.
Neurociencias y ambientes de aprendizaje universitarios
Como ya venimos mencionando en el desarrollo de este escrito, hay coincidencia para sostener que patrones o modelos de actividad neural están en correspondencia con estados o representaciones mentales particulares (Goswami, 2004a y Johnson y Munakata, 2005). El aprendizaje esencialmente comprende cambios y conexiones: la liberación de neurotransmisores en la sinapsis puede alterarse, o las conexiones entre neuronas pueden reforzarse o debilitarse. El éxito de la enseñanza afecta directamente las funciones del cerebro modificando, variando las conexiones. Podríamos decir entonces que el ambiente afecta tanto la estructura del cerebro como su funcionalidad; un ambiente apropiado es esencial para conformar partes sustanciales del mismo. Y esta afirmación podríamos trasladarla con total confianza al ambiente de una clase y, aun, a una situación de aprendizaje más amplia.
Retomando las afirmaciones de LeDoux (2002) en Wilkinson (2004) el autor señala que la mayor parte del tiempo el cerebro lleva a cabo sus conexiones de una manera que podríamos llamar aceptable o satisfactoria, pero cuando las conexiones cambian, la personalidad también puede cambiar; si el yo puede desarmarse por las experiencias que modifican las conexiones, también puede volver a armarse por las experiencias que establece, o cambiar o renovar las conexiones.
No nos parece improcedente pensar en que aquellos ambientes o contextos académicos donde impera realmente la preocupación de afianzar contenidos, recrearlos o incluso de instituir saberes que puedan estar ejerciendo este tipo de efectos en nuestros aprendices. No nos resulta para nada difícil creer en esta afirmación, si pensamos en el aprendizaje de niños que están en pleno desarrollo y crecimiento, ya que la curiosidad con la que se manejan les permite reforzar sus sinapsis, en circuitos o redes ora establecidos, ora nuevos. Pero en alumnos universitarios ¿nos atreveríamos a realizar semejante afirmación?
Sí, si pensamos que la plasticidad del cerebro habilita aprendizajes a lo largo de la vida. Si bien es cierto que en nuestros jóvenes y sobre todo en la adultez el desarrollo de nuevas neuronas no es tan común, ciertas investigaciones han demostrado que el desarrollo de nuevas vías neurales es más factible de lo que se piensa (Blakemore y Frith, 2005, Doetsch y Hen, 2005 y Schinder, 2002); nuestras sinapsis cambian todo el tiempo y es así como recordamos una experiencia, otra y otra.
No habría entonces un único período sensible; cualquier conjunto de estímulos ambientales específicos causan en el cerebro nuevas conexiones y esta habilidad se conserva en el transcurso de la vida (Rimmele, 2005). Por ello, es tan importante que los procesos de aprendizaje estén vigentes en ese transcurso; ya dijimos que son los desafíos y retos los que movilizan nuestras conexiones. Mc Robbie y Tobin (1997) afirman que las metas y objetivos que forjen nuestros estudiantes, estarán influenciadas por la naturaleza de las tareas académicas (constituyéndose en esos estímulos o inputs de los que hablábamos) de tal manera que cuando ellas sean más desafiantes, significativas, con sentido -según sus horizontes- o, interesantes, importantes y útiles, no solamente aportarán a aprender comprensivamente, sino a crear o reforzar nuevas conexiones en nuestro cerebro, constituyéndonos en seres saludables y vivos en el pleno sentido de la palabra.
Necesitamos entonces de docentes interesados en la construcción, por parte de los alumnos y con su ayuda, del significado y la comprensión de los contenidos que están aprendiendo; creando ambientes de aprendizaje que sean menos temibles y más desafiantes (Bruer, 1999) comprometiéndose los estudiantes activamente y sumergiéndose en experiencias más complejas pero interesantes.
Lo cierto es que ante este planteo se necesita, y con fundamento, un tinte de mayor creatividad en la educación. Los tiempos que transcurren, el hoy de nuestro sistema educativo, obliga a un sin fin de cambios. Alumnos y docentes deben ser hábiles y creativos en sus maneras de resolver problemas, en sus tomas de decisiones, auto-generadas, producto de los vertiginosos cambios de nuestra sociedad. Por ello, opinamos que la creatividad se puede favorecer y creemos esencial que se haga. Más aún desde ámbitos universitarios, a los que día a día debemos entender como sedes propicias de construcción de conocimientos innovadores y no puros reproductores de saberes (sin olvidar que las dos cuestiones son importantes).
Beltrán Llera et al., (2000) tras la revisión de diversos autores, concluyen su escrito afirmando que todos los alumnos tienen al menos cierto potencial para ser creativos, y las diferencias radican en el grado en que utilizan dicho potencial, y aquí es donde influye el estilo y la inteligencia, ingredientes básicos de la creatividad. Por lo tanto, coincidimos con estos autores en que los alumnos llegarán a ser sujetos creativos y autónomos en sus aprendizajes y en su desarrollo profesional, en la medida que se les enseñe desde cada área o desde cada disciplina, a desarrollar tres tipos de pensamiento esenciales: uno de tipo analítico en tanto enseñarles habilidades tales como analizar, juzgar, criticar, evaluar, comparar y contrastar; otro de tipo creativo, para que puedan llegar a descubrir, inventar, imaginar, elaborar hipótesis, suponer y; uno más de tipo práctico, apuntando a que aprendan a usar, aplicar, utilizar y practicar.
Investigación en educación y en neurociencia cognitiva: necesidad de fundamentos compartidos.
Quizá mucho se ha dicho de la importancia de tomar los resultados de las investigaciones en neurociencias para incorporarlas y aprovecharlas en el campo de la educación. Lo cierto es que también es necesario retomar resultados de la investigación y la práctica en educación para nutrir al ámbito de las neurociencias, sobre todo la cognitiva.
Investigaciones recientes (Goswami, 2004a y Ansari y Coch, 2006), ofrecen algunas sugerencias para integrar los campos de la neurociencia cognitiva y la educación en lo que denominan una creación de puentes sobre aguas problemáticas. Estos puentes serían aquellos mecanismos que permitirán el encuentro e integración de ambas disciplinas y se dirigen, tanto a la capacitación o entrenamiento docente, como al de neurocientíficos cognitivos. Por un lado, los autores afirman que es necesario que los docentes cuenten con cierta alfabetización científica y en neurociencia cognitiva, ya que se manifiesta como una carencia marcada en su formación; los cursos deberían ser especialmente diseñados de manera que permitan la investigación y discusión sobre cómo unir e integrar la investigación y la educación, apuntando a comprender el desarrollo de las mentes y los cerebros de los estudiantes; y descubrir cómo las conceptualizaciones del desarrollo, ofrecidas por la neurociencia cognitiva, pueden brindarle información y por lo tanto llevarlos a participar y reflexionar acerca de sus propias prácticas como docentes. Estos programas deberían ayudar a los educadores futuros a volverse lectores eficaces y evaluadores críticos de los hallazgos de las investigaciones; alentándolos a hacer preguntas cruciales; a interesarse en cómo hallar las respuestas; a establecer conexiones entre las diferentes fuentes de evidencia; y pensar acerca de cómo esa evidencia podría afectar la pedagogía (Ansari y Coch, 2006).
Por otro lado, se señala que la capacitación y el entrenamiento de los investigadores de neurociencia cognitiva debe revisarse también; han de ser formados en la comprensión de los procesos educacionales y las prácticas con todas las limitaciones que el mundo real conlleva, más allá del laboratorio, conformando día a día un vocabulario y conceptualizaciones en común con los educadores, para pasar a tratar cuestiones en común, desde un lenguaje común.
Vemos entonces cómo se sugiere desde estas investigaciones la posibilidad de que así como los programas de educación tradicional necesitan proporcionar amplia capacitación para la investigación científica, los programas de neurociencia cognitiva deberían integrar experiencias de clase dentro de sus programas:
…creemos que los educadores fortalecidos con el conocimiento de las bases conceptuales que subyacen a una intervención están probablemente más consolidados, y los investigadores fortalecidos con el conocimiento de las cuestiones de la vida real están más firmes para diseñar mejores experimentos. La manera más práctica de comenzar un diálogo podría incluir tareas y talleres en grupo sobre intereses mutuos, específicos, visitas a escuelas y clases de parte de los neurocientíficos, o visitas a laboratorios de parte de los educadores” (Ansari y Coch, 2006, p. 148)
En Argentina contamos con importantes centros donde se realiza investigación en relación con el aprendizaje, tales como la Unidad de Neurobiología Aplicada (UNA) y el instituto de Neurología Cognitiva (INECO) de los cuales conocemos algunos esfuerzos en acercarse a las aulas .
Creemos que la propuesta, tal como se la presenta es factible de concretarse y sabemos que es la manera más propicia de hacerlo. El desafío es, además, hacerlo en contextos de educación superior, donde aun queda mucho camino por recorrer para su concreción.
Así, la idea presentada por las investigaciones actuales en relación con la construcción de una ciencia del aprendizaje y la educación, se puede sintetizar en dos cuestiones claves: una, la necesidad de que los educadores utilicen los hallazgos y evidencias de la neurociencia cognitiva para su práctica generándose novedades y conocimiento científico relevante para la educación en general a través de un diálogo fluido y en colaboración con los investigadores. Otra, favorecer los desarrollos de los científicos para que puedan ser comunicados entre los educadores, colaborando en la generación de evidencias y de hallazgos neurocientíficos que pueda relacionarse con la educación y contribuyendo a la construcción y revisión de conocimientos básicos.
Pensamos que tal cual lo planteado, ambas cuestiones que los autores llamaron puentes sobre aguas inciertas o turbulentas, conducirán a la construcción de una ciencia de colaboración, integrada, multidisciplinaria del aprendizaje, la educación, el cerebro y la mente que redundará en beneficios para los estudiantes, los docentes y los investigadores.
Es en este sentido, tal cual lo presentamos en el próximo apartado, que nos atrevemos desde este escrito a ir un poco más allá de lo que se define como multidisciplina, ya que nos parece que el término no representa de manera clara lo que surge desde estos planteos. Queremos utilizar un término que signifique más que la suma de disciplinas, la formación de una nueva a partir del diálogo, integración y convergencia de metodologías diversas.
Transdisciplina y educación
En función de lo desarrollado hasta el momento, pensamos que ya en un nuevo siglo, en un nuevo milenio, los procesos de enseñanza-aprendizaje deben ser considerados sin lugar a dudas desde la transdisciplinariedad.
Koizumi (2004) pone de manifiesto que una verdadera transdisciplinariedad sólo ha de existir en un nivel jerárquico superior, produciéndose por los enlaces de disciplinas diversas en niveles jerárquicos inferiores:
La transdisciplinariedad incluye el concepto de conexiones y fusiones entre disciplinas completamente diferentes….por lo tanto necesitamos crear una nueva metodología y nuevas organizaciones, incluyendo un lenguaje común que haga posible trascender los límites que separan a las disciplinas. El concepto de transdisciplinariedad no es estático, sino absolutamente dinámico...la ciencia del aprendizaje y la educación podría tornarse uno de los campos más importantes del siglo 21. (Koizumi, 2004, p. 440).
Como ya mencionamos, ahora es posible, no solamente estudiar la anatomía funcional de las redes del cerebro sino también examinar, por ejemplo, cómo las diferencias genéticas podrían llevar o conducir a variaciones individuales en el potencial para usar estas redes en la adquisición y desarrollo de habilidades. Hoy es viable examinar el rendimiento individual en redes neurales específicas combinando los métodos de imágenes del cerebro con modernos estudios genéticos (Posner, 2004).
Por eso nos atrevemos a hablar de transdisciplinariedad, de trasplante neuronal, de educación y genética de manera cada vez más modelable. Y por ello también es que no podemos pensar en alumnos y docentes con formación de antaño. Sabemos que no es tarea fácil, pero sí sumamente necesaria y urgente.
La formación de docentes, psicopedagogos, psicólogos educacionales y todos aquellos profesionales que tengan una relación directa con la educación y los aprendizajes, deben recibir conocimientos en neurociencias y quienes trabajen en neurociencias deben tener contacto con los educadores en general. Parece imposible y hasta suena un tanto utópico, pero lo real es que los avances están cada vez más instalados en nuestra cotidianeidad…desde nuestras Universidades, tanto en el plano de docencia como en el de investigación habrá que atreverse y enfrentar este gran desafío.
Es el momento de comenzar a pensar a los contextos académicos universitarios como ámbitos apropiados para seguir moldeando cerebros, como sitios apropiados para contribuir al desarrollo permanente de una persona. Ya lo decía Mesulam, especialista en neurología cognitiva, en una entrevista periodística reciente: “el secreto del cerebro humano es la búsqueda de la diversidad. Sentimos una urgencia intrínseca de buscar lo novedoso…lo peor para el cerebro humano es el aburrimiento” (Bär, 2006). Levi-Montalcini, con sus casi 100 años y premio Nobel de Medicina, recomienda: “Mantén tu cerebro ilusionado, activo, hazlo funcionar, y nunca se degenerará. La clave es mantener curiosidades, empeños, tener pasiones...”
Lo importante es que se asuma el compromiso al menos de comenzar a considerar seriamente estos numerosos avances en el plano de la educación y de la neurociencia cognitiva, en los diversos niveles, y porqué no, como profesores y profesionales ponerle día a día la pasión necesaria y el gusto por el quehacer permanente a nuestros desempeños cotidianos.
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CÓMO APRENDEN LOS NATIVOS DIGITALES


CÓMO APRENDEN LOS NATIVOS DIGITALES.

ROSLER, Roberto, (2012) ¿Cómo aprenden los Nativos Digitales?, Universidad Siglo XXI, Córdoba.  Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=3NST576aYy0

Nativos digitales vs inmigrantes, colonos, turistas digitales.
Es una lengua que aprendieron desde la cuna; ha sido su dieta cognitiva.  Vs la segunda lengua.
Se calcula que un estudiante argentino que ha terminado la secundaria ha pasado 10.000 hs con video juegos. Ha pasado 10.000 hs con un celular. 20.000 hs frente a la TV. Ha escrito unos 300.000 whatsapp aproximadamente en un año. Se puede luchar contra esto? NO.
El NT está más informatizado que comunicado.
El primer año de vida, el sistema nervioso central es como un árbol que crece, se ramifica y crece, crece y crece. Aumentan sus neuronas, aumentan sus contactos sinápticos y después de ese primer año empiezan las primeras podas sinápticas, se empiezan a perder sinapsis: sinapsis que no se usó, sinapsis que se pierde. Y de ahí hasta los 20 años y los 30 años se siguen perdiendo sinapsis.
Qué sinapsis usan nuestro nativos digitales desde que nacen? Recordemos que desde el principio están rodeados de todo lo digital: celulares, facebook, instagram, juegos, internet… y este bombardeo digital favorece cierto tipo de sinapsis sobre todo las que están relacionadas con lo que están todo el día. Ahora un libro… un libro es un problema, no es un estímulo muy común, de los que estén acostumbrados.
Hay estudios muy interesantes con juegos de la Play, lo que se ha demostrado que ya en las primeras 10 horas de juego ya ha modificado todo su contacto sináptico en la corteza occipital, esto quiere decir que un nativo digital tiene su corteza visual occipital diferente anatómicamente a la nuestra. Por lo tanto serán mucho mejores que nosotros en el procesamiento visual. Otro trabajo consistió en someter a nativos digitales a 2.000 imágenes durante 10 segundos, la tasa de recuerdo a las 72 horas es del 90% de estas imágenes y la tasa de recuerdo al año de estas imágenes es del 63%. Ahora qué pasa con estos ND cuando los estímulos son verbales?, que es la forma más tradicional de enseñanza, la tasa de recuerdo a las 72 horas es del 10%.
Se ve que los NT leen de otra manera: mientras nosotros leemos haciendo una “Z” según los movimientos que realizamos con nuestros ojos por las hojas, los NT escanean las hojas, entonces cuando están frente a un libro lo que hacen es trazar una “F”, esto debería replantar la escritura de un libro ya que lo realmente importante debería ponerse en las primeras 10 frases arriba a la derecha, y lo que está abajo y a la derecha, no lo va a ver prácticamente.
Los NT tienen las características de una Play:
·         velocidad,
·         multitarea, (no es que hagan varias cosas a la vez, ellos  tienen varias pantallas simultáneamente y saltean 10 segundos con cada una, periodos de atención corta y van salteando).
·         Acceso aleatorio: tienen mucha facilidad para surfear la gran cantidad de información que les aparece por ejemplo en internet, mientras que nosotros sufre angustia al ver todo lo que tiene que dejar atrás. Los NT lo viven sin importarles, porque el acceso aleatorio los vuelve felices.
·         La recompensa inmediata, en los juegos por ejemplo, ganes o pierdas, igual retroalimenta. Si lo hiciste bien, subís de nivel y si lo hiciste mal, dice qué pasó. Los juegos permanentemente hace evaluaciones formativas o de proceso, nosotros en la institución educativa no.
Todos tenemos como una especie de “crupier” que cuando dormimos y soñamos, este crupier va a repartir aquello que sirve y aquello que es basura lo va a tirar. Y cuál es el criterio que sigue este crupier? Qué vamos a recordar? Todo lo que tenga que ver con lo racional o intelectual? NO. Lo único que se va a recordar de lo que pasó en todo el día son aquellas que fueron emocionalmente relevantes. Cuántas, cuáles son las cosas que decimos en el aula que son emocionalmente relevantes para nuestros alumnos?
Somos seres emocionales… qué es lo que en Argentina nos cohesiona a todos y hace que vayamos más o menos para el mismo lado?, Gallinas y Bosteros, Peronistas y Radicales? La selección Argentina de Futbol. Nuestra denominación como humanos es “Homo Sapiens Sapiens”, pero somos seres emocionales. Tenemos una gran corteza para pensar, el neocortex, la usamos a menudo para pensar? NO. Tenemos una enorme carcaza cognitiva (neocortex) pero el burro que empuja es la corteza emocional. Uno tiene que estar bien comido, bien dormido, después aparece lo cognitivo. Mientras no estemos emocionalmente estables, no vamos a ser racionales.
La función biológica del Sistema Nervioso Central es la supervivencia y la reproducción…
Qué hacemos nosotros escuchando, leyendo, estudiando esto??? Alguna pasión tienen que haber de fondo? Tal vez la pasión que tenemos por la educación… por enseñar, por aliviar u orientar… no nos movemos por la razón, todos nos movemos por la pasión.
El Posmoderno tiene su subjetividad modelada por los medios de comunicación y por el consumo.
Estrategias.
1.       Introducir la interfaz digital para poder llegar a los ND: la computadora, un power point, prezzi,  un video o peli, tiene que tener un objetivo. Introducir el lenguaje analógico, talón de Aquiles del ND, introducir la pantalla como una interfaz amigable.
2.       Utilizar una serie de principios neurocognitivos propios del sistema nervioso de los ND ( cómo aprende, cómo recuerda, cómo se emociona y cómo se motiva):
a.       Relevancia: y tiene que ver con la cantidad de información que mostramos. Mucha información el cerebro no procesa, el saber sí ocupa lugar y es preferible poca información para no saturar, pero si le damos muy poca información estamos desaprovechando capacidad. La información en esquemas o estructura conceptuales lo más simples posibles, sin tantas flechas ni palabras. Transmitir la información con el “e-estilo” estilo electrónico: sujeto-verbo-predicado. Sin tantos adornos lingüísticos.
b.      Notabilidad: La atención es captada y dirigida hacia las grandes diferencias perceptibles. Los estudios muestran que en el medio de una clase no se aprende nada. El apje se registra al principio y al final. Los primeros 10-15 minutos podemos encontrar atención, después empiezan a haber movimientos corporales hasta que la atención se va. Una buena clase es como un noticiero que tiene 2 características: una noticia no dura más de 3 o 4 minutos: conceptos breves. Y segundo: un noticiero va de Argentina a Francia, de Siria a Rusia… dinamismo! Y por qué hacen esto? Porque del otro lado de la pantalla hay gente que hace zapping y los estudiantes también hacen zapping. Utilizar buenas imágenes que aumentan la motivación y el recuerdo a largo plazo.
c.       Discriminabilidad: Hay  que darle contraste a todo, por ejemplo conviene fondos oscuros y letras claras. Los fondos claros cansan la vista del auditorio. La mejor combinaciones de colores recomendada por Windows: fondo azul oscuro, títulos en amarillo y texto en blanco. La combinación rojo-verde no se aconseja por el alto índice de daltonismo masculino, ya que 1 de cada 4 hombres no va a poder leer nada.
No se recomienda apagar la luz nunca en las presentaciones audiovisuales porque causa sueño. Según un estudio de la Universidad de Tokio una buena diapositiva se debe leer en menos de 8 segundos que es el tiempo que le permite al auditorio leer la diapositiva sin desconectarse con el presentador, utilizar fuentes sin curvas, más rectas para leerse más rápido por ejemplo “Arial”. Tamaño de la letra: cuanto más grande mejor, no se necesita llenar la diapositiva con tanto texto.

d.      Compatibilidad: El mensaje debe ser compatible con el significado. No utilizar imágenes que son solamente bellas sino porque analógica, simbólica o metafóricamente representa el concepto que se está explicando. Debe haber un equilibrio entre la belleza de la imagen y su aplicación didáctica.
e.      Cambios informativos: Un cambio en las propiedades transporta información. Se recomienda grabarse, filmarse a uno mismo para escucharse: respiración, reiteraciones, muletillas, tono y volumen de la voz.
f.        Limitación de capacidades cognitivas: El saber sí ocupa lugar. El humano tiene poca capacidad cognitiva. Se pueden procesar a lo sumo 7 recortes de información en una clase, entonces menos puede ser más. Si aumentamos estos 7 recortes, se sobre carga la memoria de trabajo y el estudiante no puede pensar y razonar; por eso los 3 consejos para una buena clase es que sea breve, corta y que no sea larga…
g.       Conocimiento apropiado: Nosotros debemos saber cuál es el conocimiento previo de los estudiantes, debo saber de dónde parten para poderme conectar con ellos. Practicar la transposición didáctica, aplicando los conocimientos a hechos reales y concretos de la vida… Tenemos que usar la “Pedagogía del pescador” en la punta del anzuelo tenemos que poner lo que le gusta a los peces, no lo que nos gusta a nosotros… Integrar imágenes y metáforas en la enseñanza.

TRASTORNOS DE APRENDIZAJE.

Aproximación del enfoque sistémico  
a los trastornos de aprendizaje 


Mariana Chadwick W. 
Jacinta Scagliotti B.
*


El presente trabajo constituye un intento de enfocar los trastornos de aprendizaje, a la luz de la teoría de sistemas. En primer término, comprende un encuadre teórico referido a conceptos generales relativos a la teoría de sistemas, a los trastornos de aprendizaje, en cuanto impactan y son impactados por la familia que los contiene y al rol de la interacción social en la construcción del conocimiento, destacando los aportes de Feuerstein y del C.R.E.S.A.S. al respecto.
En segundo término, se presentan investigaciones centradas en la descripción y análisis de patrones típicos disfuncionales y funcionales, en familias de niños con trastornos de aprendizaje, en relación con su estructura, adaptabilidad-cohesión y comunicación.
Por último, desde la perspectiva sistémica, se incluye el concepto de intersección sistema familiar-escolar, en los procesos de evaluación e intervención en los trastornos de aprendizaje.

Encuadre teórico 
Desde una perspectiva sistémica familiar, los problemas académicos de un
niño se ven entrelazados con las interacciones familiares. El niño es un
miembro activo de muchos sistemas activos e interconectados, que incluyen a
la familia y a la escuela.

Se definen a continuación conceptos básicos relativos a la teoría de
sistemas, a los trastornos de aprendizaje y al rol de la interacción social en la
construcción del conocimiento.

Teoría de sistemas 
La teoría general de sistemas, en su conceptualización moderna, surgió en
forma simultánea en diversos campos. Comenzó a desarrollarse en el primer
cuarto de este siglo, en las ciencias biológicas, pasando a ser compartido por
todas las ciencias, incluyendo matemáticas y sociales.

La concepción de esta teoría “per se” fue enunciada originalmente por
Ludwig van Bertalanfly en el Seminario de Filosofía Charles Morris, en la
Universidad de Chicago (1937), como subproducto de su trabajo en biología.

Sus raíces están relacionadas con la hasta entonces muy marcada
tendencia de las ciencias hacia la especialización y aun cuando esta teoría no
pretende rebatir esa tendencia, hace sí un llamado a un enfoque global e
interdisciplinario. Esta teoría considera que los fenómenos se producen no en
un esquema lineal causa-efecto, sino en un esquema circular, debiendo así ser
enfocados en su interacción e interrelación. El enfoque analítico y determinista
de los fenómenos, que comporta la excesiva especialización, lleva además al
                                                         
A la luz de este enfoque, todo organismo y como tal la familia, es un
sistema; esto es, un cierto número de componentes en interacción mutua.
A continuación se describen algunos conceptos básicos de la teoría de
sistemas y su aplicación al sistema familiar, esto es: características de un
sistema, relación jerárquica de los sistemas, estructura del sistema familiar,
procesos del sistema familiar y funciones de la familia.

Características de un sistema 
Un sistema posee las siguientes características:
- es una complejidad organizada, lo que implica una interacción
dinámica de muchas variables y lo que en su interior sucede,
no se explica por la suma de las propiedades o modos de
acción de los componentes, tomados en forma aislada;
- puede ser abierto o cerrado, pero de hecho los organismos
vivientes son sistemas abiertos que intercambian energía o
información, al menos en algún grado, con su ambiente;
- tiene límites, lo que se refiere a la región que separa a un
sistema de otro y cuya función es filtrar o seleccionar lo que
entra y sale de él, en términos de energía, materia e
información; los límites de un sistema abierto, como la familia,
son semipermeables;
- tiene flujos de entrada, elaboración y salida: el sistema recibe y
deja entrar información desde el exterior, la elabora en su
interior y deja salir parte de ella hacia el exterior, en una
constante comunicación con su ambiente;
- se retroalimenta: a través de un proceso de medir lo que entra
y sale de él, recibe retroalimentación y así tiende a mantener
un estado de equilibrio, para poder crecer y desarrollarse y a su
vez adaptarse mediante la diferenciación;
- tiene una meta o finalidad: crecer. 

Relación jerárquica entre los sistemas 

Todos los sistemas tienen una relación jerárquica con sistemas mayores o
menores del campo ambiental y por lo tanto todo sistema es parte de un
subsistema y/o de un suprasistema.
A su vez, dos o más sistemas tienen una relación de conjunto y se
benefician mutuamente debiendo también considerarse que los suprasistemas
si bien se desarrollan a partir de los subsistemas, paulatina y gradualmente
adquieren control sobre los subsistemas. 
Estructura del sistema familiar

Un sistema debe tener una estructura, tanto para sobrevivir como para cumplir
sus metas y funciones. Como en todos los sistemas sociales, la estructura de
la familia es la organización de sus relaciones.
Esta estructura de relaciones en la familia viene a corresponder a los
diversos subsistemas familiares: el subsistema marital, el subsistema
padres-hijos, el subsistema hermanos, siendo por cierto cada individuo un
subsistema en sí.

Teóricamente, el grado en el cual las funciones de la familia pueden ser
cumplidas adecuadamente, dice relación con la calidad de los límites de los
subsistemas: si los límites son poco permeables, el sentido de la familia
disminuirá y los miembros de ella no se ofrecerán suficiente apoyo (familia
desligada); si los límites son demasiado permeables los subsistemas no tienen
suficiente autonomía para cumplir sus funciones (familias aglutinadas).
Procesos del sistema familiar

La estructura de la familia se manifiesta a través de los procesos que en ella se
dan; entre éstos se destacan la comunicación, los roles, las normas y el
control.

– La comunicación es el vehículo interpersonal primario para el
intercambio entre los subsistemas familiares. Cada familia tiene un sistema
propio de modelos de comunicación, que influye fuertemente en la conducta
de sus miembros. En este importante proceso de intercambio que es la
comunicación cabe recordar algunos “axiomas” relativos a la misma
(Watzlawick, 1973):

• es imposible no comunicar;
•en la comunicación hay niveles de contenido y niveles de
relación;
•hay una comunicación verbal, referida a un código de palabras
ya establecido (comunicación de tipo predominantemente
digital) y paralelamente existe una comunicación no verbal
expresada a través de posturas, tono de voz, etc. (comunicación
de tipo predominantemente analógico);
• los hechos pueden ser “puntuados” de muy diversas maneras: lo
que para uno A es causa, para el otro, A es efecto y así
sucesivamente;
•hay una interacción en la comunicación de tipo simétrico y otra
de tipo complementario.

– Los roles son usados como proceso para ordenar la estructura de
relaciones dentro de la familia: mientras más claros estén los roles de cada
uno de los miembros, más claro y expedito va a resultar su funcionamiento.
 – Las normas son imposiciones definidas para garantizar que se viva a
la altura de los roles y son la expresión observable de los valores de la familia
y/o la sociedad.

– El control hace referencia a los mecanismos que regulan el
funcionamiento interno del sistema y sus relaciones con el medio ambiente. Su
finalidad es la preservación del sistema como tal, lograda a través de equilibrar
dos tendencias: la mantención y el cambio.
Funciones de la familia

A todo lo anterior, subyacen como condición “sine qua non” las funciones
propias e inherentes a la familia que, en términos de Ackerman (1977) dicen
relación con: – necesidades básicas de supervivencia; – satisfacción de
encuentro social; – desarrollo de una identidad personal; – formación de roles
sexuales; – capacitación en roles y responsabilidades sociales; – cultivo del
saber.

Cabe así destacar que, las funciones, estructuras y procesos familiares
están vitalmente interrelacionadas.

Trastornos de aprendizaje 
Los niños con trastornos específicos del aprendizaje (T.A.) son aquellos niños
que tienen dificultades para seguir un ritmo normal escolar y no presentan
retardo mental, ni deficiencias sensoriales o motoras graves, ni deprivación
sociocultural o trastornos emocionales como causa primaria de sus problemas
escolares. Se relacionan con disfunciones en procesos psiconeurológicos
básicos para el logro de determinados aprendizajes, disfunciones cuyo origen
puede ser de tipo hereditario o adquirido. Junto a estas disfunciones
“endógenas”, cabe destacar que no hay duda de que la calidad de la
interacción, ya sea social o familiar, afecta significativamente el desarrollo
cognitivo y el aprendizaje. A su vez, la presencia de un niño con dificultades de
aprendizaje afecta la interacción y la estructura de su familia.

Atribuciones 

Respecto de los niños con T.A., cabe destacar que una de las atribuciones que
ellos se asignan con gran frecuencia (Jacobsen, 1986) es la de falta de
habilidad generalizada para asumir los fracasos y los éxitos.
Los niños con T.A. plantean la falta de esfuerzo y la falta de habilidad
como causa explicativa de sus fracasos, lo que no es tan frecuente en los niños
sin T.A., quienes se muestran más dispuestos a “aceptarse” con naturalidad.
Es así que los niños con T.A. se ven limitados para llegar a una justa
valoración de sí mismos; incluso reducen sus sentimientos de autoestima
asociados con sus éxitos y/o buen rendimiento.
 Familias de niños con dificultades de aprendizaje

Según estudio de Furhmann, et als. (1985) las familias en que un hijo
presenta T.A., comparadas con un grupo control de familias de niños sin T.A.,
presentan: 
- un menor equilibrio intrapareja;
- un menor desarrollo interno del subsistema conyugal;
- una menor interacción parental en el subsistema hermanos;
- un mayor desarrollo interno del subsistema hermanos.

La familia del niño con T.A. en relación con la familia de niños sin
problemas necesita más tiempo para tomar una decisión (Peck y Stackhouse,
1973) lo que estaría indicando una falta de habilidad para la resolución de
problemas.

Aun cuando no se pretende considerar la presencia de un T.A., como
una desventaja severa, de acuerdo a Mahoney y Powell (1988), el estilo de
interacción de los padres de niños con handicap, tiende a ser más directivo y
menos respondente que aquel de los padres de niños sin handicap.
Situaciones de crisis

Margalit (1982) señala que las familias con niños que presentan T.A., encaran
varias crisis:

1. el shock inicial que ocurre con el diagnóstico;
2. la crisis de valores personales: el niño con T.A. resulta
“inaceptable” para la jerarquía de valores de los padres;
3. la crisis de la realidad diaria, en el manejo de este niño.

La forma de resolver estas crisis de parte de la familia, comporta
significativas consecuencias para ésta y el niño mismo.

Siguiendo las palabras de Mc Loughlin (1985) “la percepción y
aceptación de las dificultades de aprendizaje de un niño, de parte de su familia
determinan en forma importante el éxito de los programas de apoyo,
incluyendo los programas educacionales”.
Las percepciones de personas significativas incluyendo los padres y
otros miembros de la familia afectan la motivación y el concepto de sí mismo,
del niño con T.A.
Stone (1981) encontró que el concepto de sí mismo de los niños con
T.A. estaba asociado con las expectativas de los padres y las actitudes de la
familia; los niños con T.A. y con bajo concepto de sí mismos perciben a su
familia con una visión negativa de ellos.
Respecto de la crisis de la realidad diaria en el manejo de este niño,
diversos autores señalan que cuando un niño es visto como “especial”, sea cual fuere la razón para ello, existe un alto riesgo de instalar en él una
conducta de “tirano”.

El síndrome del niño tirano se relaciona en su aparición, con una serie
de patrones de interacción familiar. Estos se caracterizan por un “continuo dar
en el gusto” a los deseos del niño, de parte de todos los miembros de la
familia, con lo que el niño se transforma en el miembro con más poder de
ésta, desarrollando un sentido de total omnipotencia.
Los diagnósticos o las etiquetas aplicadas a un niño, parecen producir
tiranos con gran frecuencia. Hay un diagnóstico que aparece especialmente
riesgoso en este sentido, cual es el de niño con déficit atencional o con T.A. En
este último caso, los padres frecuentemente focalizan su preocupación sólo en
los problemas que su hijo debe enfrentar a diario, dada su dificultad para leer
o hacer tareas o realizar determinadas actividades. Desafortunadamente, los
maestros suelen asumir la misma actitud que los padres.
Es crucial para prevenir el desarrollo de una conducta de tirano, que al
diagnosticar a un niño se esté seguro que este diagnóstico no será usado como
una excusa para su conducta.

Interacción social y conocimiento 
En la construcción del conocimiento la interacción social juega un rol
fundamental. Es así como se analizan a continuación los aportes al respecto de
Feuerstein y del C.R.E.S.A.S.
Aportes de Feuerstein

Para los fines de este artículo se focalizan los aportes de Feuerstein (1980) en
la función mediadora de la familia nuclear. El autor plantea que las diferentes
manifestaciones de retraso cognitivo, entre los cuales se puede incluir los T.A.
se deben enfocar desde el fenómeno de la deprivación cultural. Este término lo
define operacionalmente como un estado de reducida modificabilidad cognitiva
del individuo al ser expuesto en forma directa a una determinada estimulación.
Las distintas expresiones de deprivación cultural tienen como elemento central
la falta de experiencia de aprendizaje mediatizado (E.A.M.). Para aproximarse
al concepto de EAM a continuación se describen brevemente los siguientes
aspectos planteados por Feuerstein: concepto de E.A.M, y características de la
E.A.M, determinantes distales y aproximales del desarrollo cognitivo, barreras
de la E.A.M.

– Concepto de experiencia de aprendizaje mediatizado (E.A.M.). El
desarrollo de estructuras cognitivas en el organismo es producto de dos
modalidades de interacción entre el organismo y el ambiente: exposición
directa a los estímulos y aprendizaje mediatizado. Cabe destacar aquí la
estrecha relación de los planteamientos de Feuerstein y la teoría de sistemas,
puesto que en ésta no se concibe un mensaje sin considerar simultáneamente
al receptor y emisor de él. Por el E.A.M. se entiende cómo los estímulos del ambiente son
transformados por un agente “mediador”, generalmente los padres, los
hermanos y/o las personas cercanas al niño. Este mediador, orientado por sus
interacciones, su cultura, su carga emotiva, selecciona y le organiza al niño los
estímulos que lo rodean: se los encuadra, filtra y etiqueta. El niño adquiere
así, patrones de conducta y estrategias de aprendizaje que se convierten en
ingredientes importantes en su capacidad de ser modificado por la exposición
directa a los estímulos. Es interesante ver la congruencia de este hecho con los
resultados de la investigación de Furhmann (1986) en que las familias que
contienen un niño con T.A., muestran una menor intervención del subsistema
padres en el subsistema hijos, con una consecuente menor posibilidad de
cumplir con el rol de mediador.

Así, como el enfoque piagetiano se puede conceptualizar con la fórmula
estímulo, organismo, respuestas (E.O.R.), la teoría de la E.A.M. se puede
expresar con la fórmula E.O.H.R., en la cual un factor humano (H) se
interpone entre el estímulo y el organismo.
– Características de la experiencia de aprendizaje mediatizado. La
E.A.M. representa una interacción entre el niño y su ambiente. Esta
interacción, está marcada por la necesidad cultural de cada generación, de
moldear la estructura de la conducta de generaciones sucesivas,
transmitiéndoles dimensiones del pasado, presente y futuro de su cultura. La
transmisión de la cultura, a través de las generaciones, es principalmente una
función de la familia nuclear, pero depende también de otras instituciones de
la sociedad. Los rasgos distintivos de la E.A.M. son:

• la naturaleza trascendente de la interacción mediatizada:
cuando una madre da instrucciones verbales que trascienden
la función imperativa, incluyendo explicaciones y
generalizaciones, sus efectos serán perceptibles en el enfoque
de la realidad del niño;
• el rol del contenido en las interacciones mediatizadas: la
E.A.M. no depende directamente del tipo o contenido del
aprendizaje; para desarrollar una determinada estructura
cognitiva subyacente, el niño debe aprender a secuenciar una
serie de elementos en el espacio y en el tiempo, a disociar los
medios del fin y a realizar un pensamiento anticipatorio;
• la transmisión verbal es la modalidad de mediación preferida
con relación a los procesos mentales superiores; sin embargo,
el gesto, la mímica y la conducta en general, pueden ser tan
intensos, en tanto instrumentos de mediación, como el mismo
lenguaje verbal.

– Determinantes distales y proximales del desarrollo cognitivo. Los
factores etiológicos distales incluyen variables tales como organicidad, factores
genéticos, niveles de estimulación ambiental, equilibrio emocional del niño o
los padres y status socioeconómico. Si uno de estos factores es deficiente
puede, pero no necesariamente, conducir a un desarrollo cognitivo
inadecuado. Por otra parte, el delimitante proximal es una exposición reducida
a una E.A.M. y su resultado es un retraso del rendimiento. La E.A.M. constituye la expresión teórica de la creencia de reversibilidad de los procesos
cognitivos deficientes bajo determinadas condiciones de intervención. La
relación entre los determinantes distales y proximales del desarrollo cognitivo
diferencial se presenta en el cuadro siguiente:



– Barreras de la E.A.M. Las barreras que se describen a continuación
se refieren a la relación de la familia nuclear con otros sistemas sociales y con
el funcionamiento en el interior de ella.
– Desligamiento del pasado: la falta de E.A.M. puede ocurrir en
algunos grupos por motivos de tipo ideológico. Así es como el desligamiento
del pasado puede ser producto directo de una ideología que se circunscribe al
presente inmediato. Los padres hacen un esfuerzo consciente para darle a sus
hijos plena libertad y autonomía de crecimiento. A menudo estos niños
presentan un sentimiento de falta de eslabones y de incapacidad de relacionar
sus experiencias de una manera fluida e integrada.

– Relación padre-hijo perturbada: cuando los lazos afectivos entre
padre e hijos están ausentes o perturbados, el principio energizador de la
E.A.M. se desvanece. Sin embargo, es un error creer que los lazos afectivos
adecuados constituyen una condición suficiente para asegurar el desarrollo
cognitivo. P.e., una relación madre-hijo puede ser muy intensa, pero no
poseer un carácter de interacción mediadora por el exceso de proximidad
psicológica; no proporciona la distancia necesaria para la diferenciación de los
individuos.

– Barreras desde los padres: a menudo, si un niño de una familia que
funciona normalmente tiene un rendimiento inferior al que se espera de él, se
concluye prematuramente que debe existir un determinante endógeno. La
confirmación de la base endógena de las deficiencias del niño sirve para oscurecer el rol crítico de la relación entre ese niño y sus padres. Cuando a los
padres se les proporciona el apoyo adecuado, ellos pueden reconocer sus
reacciones aversivas hacia un determinado hijo en una temprana edad. Es
probable que estos sentimientos, de parte de los padres, hayan producido una
restricción en la relación y las interacciones se hayan limitado a lo que es
estrictamente necesario.

– Barreras desde los hijos: por otra parte, debido a factores
neuropsicológicos o a determinadas condiciones de salud, el niño puede
presentar una disminución en su capacidad de responder a los intentos
mediadores de sus padres. Tales reacciones pueden producir un sentimientos
de no ser necesitados por su hijo, que a su vez los condiciona a reducir el
cuidado hacia él.

Aportes del C.R.E.S.A.S.

El equipo del C.R.E.S.A.S. (Centre de recherche de l’éducation especialisée et
de l’adaptation scolaire) plantea como factor determinante en el acceso del
aprendizaje, la interacción social.
La interacción contribuye a la construcción del conocimiento, cuando
provoca una actividad en los participantes. Esta actividad genera aprendizaje,
si encuentra una realidad que le resista produciéndose una acomodación, una
diferenciación de los esquemas, conocimientos y “saber-hacer” adquiridos.

El énfasis en las interacciones sociales según los autores, no
desvaloriza las actividades individuales tales como la explicación, la creación,
la lectura y la escritura.
 
Para originar aprendizajes nuevos, una interacción debe obligar a
cuestionar las certezas, a sobrepasar las contradicciones, a negociar con los
adversarios. Las interacciones educativas corresponden entonces a una clase
bien definida de situaciones entre las cuales se pueden mencionar:

- la concertación de una acción colectiva; 
- la coordinación de puntos de vista;
- una cooperación intelectual en la resolución de un problema difícil.
Estas situaciones tienen en común el exigir comunicaciones,
negociación; obligan a los participantes a explicitar lo que para ellos está
implícito, a sobreponerse a los conflictos cognitivos. Se podría considerar así la
construcción del conocimiento como un proceso de “co-construcción”.

El rol del profesor es fundamental para fijar que las reglas del juego
permitan a las interacciones sociales tener valor educativo, especialmente para
los niños con riesgo de fracaso escolar; estas reglas pueden ser explicitadas y
negociadas. Una de las interacciones más educativas en un grupo es la que se
refiere a la discusión de las reglas mismas del funcionamiento del grupo. Por
analogía con lo que los lingüistas llaman “meta-comunicación” se podría hablar
de “meta-interacción” y de sus reglas. – El análisis de las observaciones de aprendizaje permitió al
C.R.E.S.A.S. elaborar el concepto de “interacciones simétricas” en oposición al
de “interacciones asimétricas”. En este enfoque se califica como relación
simétrica el modo de comunicación donde cada uno de los participantes
contribuye activamente a la tarea en común: las acciones de uno completan de
alguna manera la de otros. Las interacciones simétricas entre los niños se
explican, en parte, por las competencias similares. A su vez, las relaciones
asimétricas reflejarían una estructura de autoridad que implica
dominación-sumisión. En la sala de clases, donde el conocimiento se transmite
en función de un programa, la naturaleza de la interacción adulto-niño puede
aproximarse a este modelo, limitando la motivación y la participación activa de
los alumnos.

Los resultados de las “investigaciones-acciones” del C.R.E.S.A.S. ponen
en evidencia, que es posible transformar las relaciones asimétricas entre
educadores y niños.
Las intervenciones de tipo educativo son indispensables, la diferencia
estaría centrada en que la información y la explicación del educador se
integran a los problemas que plantean los niños.
Este mismo enfoque de investigación-acción ha permitido afirmar que,
cuando las acciones educativas se encuadran en una óptica constructivista e
interaccionista, se está trabajando en pro de la pedagogía del éxito.

Investigaciones

A continuación se presentan los resultados de investigaciones que constituyen
intentos de descripciones de patrones típicos característicos de familias con
niños con T.A., con relación a estructura familiar, adaptabilidad y cohesión
familiar y comunicación familiar desviada.
Estructura familiar
En relación con la estructura familiar se describen brevemente las
investigaciones de Perosa (1981), y Fuhrmann et als. (1986).
– Perosa (1981) aplicó el modelo de familia psicosomática de Minuchin
al funcionamiento de familias con niños con T.A. Este modelo plantea que una
disfunción fisiológica primaria, como la diabetes o el asma, puede
intensificarse en niños cuyas familias tengan patrones transaccionales de
aglutinamientos, sobreprotección, rigidez y falta de resolución de conflicto. En
estas familias, según informa Perosa, los padres tienden a ser desligados
mientras que las madres son sobreprotectoras y aglutinadas con el niño.

– Fuhrmann et als. (1986) realizaron un estudio de la estructura
familiar en 219 familias: de niños con dificultades escolares leves (84), de
niños con T.A. (78) y de niños con deficiencia mental (57). Los resultados de
estos grupos fueron contrastados con un grupo control de 86 familias de niños
sin dificultades escolares. El cuadro que se presenta a continuación sintetiza
los principales hallazgos respecto a los T. A. 
Aspectos de la estructura familiar trastorno específico aprendizaje T.A.
Intervención parental menor p 0.000 en mala conducta
Intervención filial menor p 0.04
Desarrollo subsistema padres mayor p 0.04 
Equilibrio intrapareja menor p. 0.019

Estos autores evaluaron el desarrollo interno del subsistema padres en
términos de actividades conjuntas como pareja (frecuencia de salir solos) y el
equilibrio intrapareja en términos de importancia relativa de cada uno de los
integrantes de ella. Ellos destacan los siguientes hechos:

– menor intervención de los padres en el subsistema hijos y menor
intervención de los hijos en el subsistema padres; interesante hallazgo ya
comentado antes;
– menor desarrollo interno del subsistema padres: esto apoya la
perspectiva sistémica, ya que, sin considerar la mutua interrelación entre
subsistema padres y subsistema hijos no se entendería esta situación. Algo
similar vemos con relación al equilibrio intrapareja.

Adaptabilidad - cohesión familiar
Desde la perspectiva de la adaptabilidad y la cohesión familiar se describe la
investigación de Amerikaner y Omizo (1984) y la de Jain y Zimmerman
(1984).
– Amerikaner y Omizo (1984) exploraron las similitudes y diferencias
del nivel de funcionamiento familiar de niños con T.A. comparados con niños
con Trastornos Emocionales (T.E.) y con niños normales (N.).

Trabajaron con una muestra de 180 padres correspondientes a 90
niños de un colegio de clase media: 30 niños con T.A. 30 niños con T.E. y 30
niños sin problemas, cuyas edades fluctuaban entre 5 y 14 años. Se les solicitó
a estos padres que completaran, en forma individual en sus hogares un
cuestionario denominado FACES (Family Adaptability and Cohesion Evaluation
Scale). Se presentan en Cuadros 1 y 2 las respuestas correspondientes a los
padres y a las madres.
 
Al discutir los resultados obtenidos, los autores concluyen que en la
muestra estudiada las interacciones en el interior de las familias de niños con
T.A. son significativamente diferentes de aquellas de las familias con niños sin
problemas. A su vez, estas interacciones de niños con T.A. son muy similares a
las interacciones familiares de niños con T.E. con la excepción de las madres
de niños con T.A. comparadas con las madres de niños con T.E. Las madres de
niños con T.A. perciben con menos frecuencia a sus familiares en la dirección
desligada y con mayor frecuencia en la dirección “conectada” de la Escala de
Cohesión.

– Jain y Zimmerman (1984) trataron de identificar las variables en las
familias con niños con T.A. que facilitan su adaptación. Compararon cinco
familias con niños con T.A. bien adaptados y cinco familias con niños con T.A.
y problemas secundarios. Los resultados destacan cuatro variables que
diferencian y caracterizan a las familias con niños bien adaptados.

• Cohesión de la unidad familiar dada por límites claros entre los
subsistemas familiares y por una fuerte coalición parental. El
apoyo recíproco entre los esposos resulta evidente.
• Aceptación del T.A. en el niño expresado por un reconocimiento
abierto de sus dificultades; la falta de habilidad no se generaliza a
la totalidad del niño.
• Apoyo al niño con T.A. evidenciado por los esfuerzos de los
padres para desarrollar en ellos otras habilidades; así, la
autoimagen del niño no depende totalmente de su rendimiento
escolar.
• Compensación activa de las áreas deficitarias en el niño y
simultáneamente, límites claros de las expectativas de los padres
en relación con las dificultades académicas o sociales de sus hijos.

 Comunicación familiar desviada 

A continuación se presenta la investigación de Ditton y Green (1987) basada
en los conceptos propuestos por Singer (1973) de comunicación desviada.
– Ditton y Green (1987) realizan una comparación entre padres de
niños con T.A. y padres de niños de rendimiento normal, en relación con la
frecuencia de comunicación desviada (C.D.). En C.D. se incluyen las
particularidades del lenguaje que pueden opacar la comprensión de la
comunicación o dejar al que escucha confundido con relación al punto donde
focalizar su atención. Los autores utilizan las siguientes categorías de C.D.,
propuestas por Singer (1973), para analizar la comunicación de los padres de
niños esquizofrénicos en función de sus respuestas a las láminas del test de
Rorschach.
Puntaje de categorías de comunicación desviada (Singer, 1973).

A. Problemas concomitantes
1. Cambios sin relación de una idea a otra, a menudo en la misma frase,
que dejan confundido al que escucha.
2. Ideas que se empiezan y se interrumpen bruscamente sin explicación.
3. Percepciones que cambian a medida que los padres las describen.
4. Afirmaciones de lo que la mancha no es.
5. Ideas que se dan y que luego se desvanecen.
6. Cláusulas “si” donde se califican las ideas con condiciones que no están
presentes (p.e.: si Ud. lo pudiera ver de la manera que yo lo veo, sería
un gato).
7. Expresión de ideas en forma interrogativa.

B. Problemas de referencia

1. Instrucciones que dejan perplejidad respecto de la materia tratada.
2. Descripciones que son tan vagas que el que habla podría estar tratando
casi cualquier tema.
3. Cambios en el tiempo, género y número al presentar una sola idea.
4. Comentarios que indican que la idea viene de otros.
5. Descripciones que son demasiado cortas para ser útiles.
6. Uso de la jerga técnica que probablemente no está en el vocabulario del
niño.

C. Anomalías del lenguaje
1. Frases corrientes que se usan en forma extraña.
2. Oraciones con un orden peculiar de las palabras.
3. Utilización de palabras que son creadas o que tienen un significado
privado.
4. Juego con palabras –rimas, repetición–, de modo que el que escucha se
distrae de las tareas asignadas.
5. Uso de las mismas palabras o frases en forma repetitiva y muy próxima.
 D. Interrupciones

1. Preguntas o comentarios extraños.
2. Humor o risa que en este contexto resulta ser una distracción.
3. Saltos de una idea a otra sin dar al niño indicadores adecuados de las
razones de estos saltos.
4. Pausas largas, especialmente cuando ocurren en la mitad de una
oración.
5. Cambios bruscos en la velocidad del habla al interior de una oración o
de una idea.

E. Secuencias contradictorias y arbitrarias

1. Comentarios que contradicen una información previa.
2. Afirmaciones que niegan lo dicho anteriormente.
3. Lógica peculiar o razonamiento no deductivo.
4. Fusión de dos ideas que debieran estar separadas.

Es así entonces que Ditton y Green (1987), sobre esta base plantean
su investigación:

Muestra: 60 estudiantes de enseñanza media, 30 con T.A. y 30 con
rendimiento promedio (R.P.). Ambos grupos se parearon en relación al C.I., al
nivel socioeconómico, al nivel ocupacional de los padres y a la configuración
familiar.
Procedimientos: a) el padre que se ocupa preferentemente del niño se ubica
en una oficina donde hay un teléfono, una mesa, una grabadora y una silla. El
hijo se ubica en una oficina cercana sin contacto visual con el padre;
b) se le presentaron al padre cuatro láminas del test de Rorschach dispuestas
en forma de un cuadrado y una quinta lámina se ubica sobre el cuadrado; al
niño se le entrega otra serie con las mismas cinco láminas y se disponen en
forma desordenada sobre la mesa;
c) la tarea del padre consiste en darle al niño la información necesaria, para
que ubique sus cinco láminas tal como él las tiene sobre su mesa;
d) se le explica al padre que el niño no puede hacer preguntas y que no hay
tiempo límite.

Hipótesis de trabajo: los padres de niños con T.A. tienen una mayor
frecuencia de C.D. cuando le enseñan a sus hijos una tarea determinada, en
relación a los padres de estudiantes de rendimiento promedio.
Resultados: la trascripción de las instrucciones dadas por los padres a sus
hijos, fueron evaluadas con las categorías de Singer desconociendo si
correspondían o no a un padre de niño con T.A. Una vez agrupadas en las
categorías C.D. alta o C.D. baja, se pudo comprobar la siguiente distribución
de acuerdo con la realidad del niño con trastorno de aprendizaje o con
rendimiento promedio. 
Los resultados demuestran que la situación de un niño con T.A. está
fuertemente relacionada con un alto puntaje de comunicación desviada del
padre al dar una instrucción a su hijo en una situación experimental. Es
probable entonces que los niños con T.A. tengan dificultades en el colegio en
parte porque no han aprendido en el interior de su familia a orientarse hacia la
tarea, a mantenerse focalizados en ella.

Criterios de evaluación e intervención 

Se plantean a continuación algunos intentos de integrar el enfoque sistémico
en la evaluación e intervención frente a los trastornos de aprendizaje.
El objetivo de la evaluación en los T.A. va más allá de la investigación
de los factores que contribuyen a la disfunción psiconeurológica en el niño,
extendiéndose a la evaluación de sus competencias y sus recursos dentro del
sistema familiar y escolar.

En el criterio de evaluación sistémica, los datos obtenidos no son
adecuados para discutir la “causalidad” de los trastornos de aprendizaje. Ellos
más bien sirven para incluir el concepto de intersección “sistema
familiar-escolar” en los procesos de conceptualización, evaluación e
intervención de los problemas de aprendizaje.

En el sistema familiar
En relación con la evaluación familiar cabe destacar que la inclusión de la
familia como una unidad en el Proceso de evaluación, es particularmente
efectiva en la participación y realización de las decisiones frente al problema
de aprendizaje del niño.

Por lo tanto, habría que evaluar los siguientes aspectos:

– La participación de cada uno de los miembros de la familia, en
cuanto a la toma de conciencia del problema y los intentos de solución frente a
él. En este mismo sentido evaluar los logros que la familia percibe haber
alcanzado en estas acciones; percepción que puede o no ser concordante entre
los distintos miembros de la familia, lo que va a dar un índice del grado de
acuerdo frente al T.A.

– Junto a la evaluación de los “acuerdos internos” de la familia frente al
T.A. ha de evaluarse también la actitud de ésta frente a las intervenciones y
acciones ajenas a ella; es decir, el balance entre las acciones internas y la
búsqueda de ayuda en instancias externas a ella, tales como neurólogos,
psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos. – El grado de focalización es otro de los aspectos a evaluar. En las familias existen formas de enfrentar el TA, que van desde el no darle
importancia, a sentir que es “el problema” de la familia; de la subfocalización a
la sobrefocalización. La subfocalización implica que si el niño precisa una ayuda
específica, queda privado de ésta disminuyendo así sus posibilidades de
desarrollo y aumentando su sensación de minusvalía; debe actuar por ensayo
y error, al no contar con los apoyos necesarios. A su vez, la sobrefocalización
implica limitar las posibilidades del niño de aprender de sus errores y de
alternar igualitariamente con sus pares. Exige asimismo una significativa
asignación de tiempo y energías por parte de uno de los dos padres, lo que no
siempre éstos sienten “retribuido” satisfactoriamente. Ello es concordante con
el hallazgo recientemente presentado en las Segundas Jornadas de Terapia
Familiar (enero, 1989) por Furhmann et als.: la cercanía emocional se
relaciona inversamente con el tiempo libre compartido por padres e hijos. Es
decir, a mayor tiempo compartido en forma exclusiva y excluyente, menor
cercanía; resultado que probablemente no sea el deseado por estos padres
que “sobreprotegen a sus hijos”. Por otra parte se vio que, en aquellas familias
donde los padres realizan funciones que pueden ser desempeñadas por sus
hijos hay mayor distancia emocional entre ellos y sus hijos y además, una
mayor distancia entre los hermanos. La sobreinvolucración conlleva también
una menor posibilidad de preocuparse de las necesidades de la pareja, lo que
va en detrimento de la relación misma de pareja. Ello aparece destacado en la
investigación antes citada (Furhmann, et als. 1987) en que se asocia una
distancia afectiva mayor, entre los miembros de la pareja, a la presencia de un
T.A., en la familia.

– La evaluación familiar habrá de considerar también el grado en que
los miembros de la familia visualizan diferentes características del niño con
T.A. ya sean éstas positivas o negativas y si remarcan excesivamente un
extremo de esta escala. Es decir, si ven sólo lo positivo del niño y se oponen o
niegan lo que del niño se diga de negativo, o bien si destacan sólo lo negativo,
con lo cual reducen la autoconfianza del niño.
En el sistema escolar

En relación con la evaluación escolar el foco de atención está dado por las
interacciones del niño con T.A., con su medio escolar.
A ninguno que haya trabajado con niños que presentan T.A., escapan
las exigencias que este niño impone: paciencia, tolerancia a la frustración,
tolerancia a los ruidos y a las interrupciones, flexibilidad de los profesores. No
es de extrañar por tanto, que la presencia de un niño con T.A., tenga un
importante efecto no sólo sobre las interacciones familiares (como se ha
señalado), sino también en las interacciones escolares.

Resulta interesante pues, incluir en la evaluación escolar aspectos
como los ya planteados para el contexto familiar: 
- acciones realizadas para abordar el T.A.;
- acuerdo o desacuerdo entre los miembros de la comunidad
escolar acerca de la forma de llevar a cabo estas acciones; - analizar en qué medida la escuela confía en sus propios recursos
y cómo utiliza la información y sugerencias de la familia y de los
especialistas.
- cómo integra a la familia en el quehacer educativo;
- en qué medida subfocaliza o sobrefocaliza en el problema del
niño;
- en qué medida ve equilibradamente los aspectos positivos y
negativos del niño con T.A.

Entendida la evaluación como un elemento facilitador para la
intervención cabe recordar, en el nivel del sistema escolar, que los miembros
de este sistema deberán cuidar de no acentuar desbalances detectados en la
evaluación. Esto significa que, si detectan que los miembros de la familia no
concuerdan en la forma de abordar el problema del niño, el educador podrá
prevenir dificultades al no acentuar estos desacuerdos tomando posiciones en
favor o contra de los implicados. 

Al respecto, cabe señalar que los autores Neifert y Gayton (1973)
plantean que una de las razones por las cuales el colegio puede fracasar al
intervenir con las familias de niños con T.A. es que uno de los padres acepta el
trastorno, pero el otro lo niega y se desliga.
Asimismo, en una familia que desconfía de sus recursos y peregrina de
un especialista a otro, el educador podrá destacar las fuerzas de esta familia y
utilizarlas en indicaciones concretas de colaboración y participación. En una
familia que vive exclusivamente en función del niño problema, el educador
podrá apoyar un distanciamiento o reducción en la protección del niño,
mostrando la importancia en el aprendizaje, del efecto de los propios errores.
Por último, el educador pondrá especial atención en resaltar los
aspectos fuertes del niño y mostrar con cuidado las debilidades, en aquellas
familias que sólo perciben los aspectos positivos.
Lo hasta aquí señalado, corresponde a estrategias generales de
evaluación e intervención, las que tienen un rol eminentemente preventivo.
Los aspectos familiares no respondentes a estas estrategias generales, han de
ser asumidos por los especialistas en Terapia Familiar.

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